Considerada tradicionalmente como una cosecha huérfana, la quinua de los Andes ha resurgido gracias a su altísimo valor nutricional. A pesar de estar repleto de proteínas, este grano también padece una reputación de baja productividad, ya que a menudo crece en climas y terrenos difíciles, elevados varios miles de metros. Sin embargo, ahora, con los resultados que surgieron de un estudio conjunto entre la FAO y el OIEA que combina tres tecnologías diferentes, la productividad de la quinua casi puede triplicarse.

Aunque fue domesticado hace cinco milenios, la quinua es uno de esos alimentos prácticamente desconocido fuera de las tierras altas peruanas hasta hace muy poco cuando los consumidores conscientes de la nutrición aprendieron de su riqueza en proteínas, aminoácidos, ácidos grasos, vitaminas y minerales. Una vez que proporcionó sustento a la civilización inca que floreció allí entre los siglos XIII y XV, fue elegido como alimento para los astronautas de la NASA en viajes espaciales en el siglo XX, y las Naciones Unidas declaró 2013 el Año de la Quinua.

Si bien todo este reconocimiento es ciertamente positivo, la producción actual de quinua también enfrenta una dura realidad en términos de las frecuentes sequías, salinidad del suelo, heladas, granizo, viento, inundaciones y estrés abiótico presentes en los Andes peruanos que contribuyen a reducir su productividad. Debido al aumento de la demanda de los consumidores y la importancia de la quinua en las dietas locales, el aumento de la producción y la estabilidad del rendimiento se han identificado como desafíos importantes para abordar las preocupaciones de seguridad alimentaria en toda la región andina.

Para responder a esta necesidad, la División Mixta FAO / OIEA, junto al Programa de Cereales y Granos Nativos de Universidad Nacional Agraria de La Molina, Lima, Perú, desarrolló un enfoque que incorpora tres tecnologías: mejoramiento de mutaciones, rastreo de isótopos y control del agua usando un polímero absorbente de agua. El estudio evaluó 63 líneas mejoradas de quinua en los campos de los agricultores, específicamente buscando su respuesta al agua y los fertilizantes.

También se usó isótopo estable de nitrógeno-15 para evaluar la dosis óptima de fertilizante de nitrógeno necesaria para aumentar los rendimientos de la quinua. Y finalmente, se introdujo el polímero absorbente de agua, un producto de espuma colocado debajo de la superficie del suelo para evitar que el agua corra por los escarpados campos. El material absorbe el agua de lluvia, reservándola para la planta y, cuando se aplica el fertilizante de nitrógeno, la absorción puede ser mayor y, a su vez, también el rendimiento.

Las técnicas para mejorar la producción de quinua protegen el medio ambiente

Cuando se combinan, estas tecnologías también protegen el medio ambiente al retener el agua, evitan la escorrentía y retienen el fertilizante para que no se arrastre con lluvias y termine en suministros de agua u otros lugares donde no se necesita y su presencia puede ser peligrosa. El objetivo es que las plantas absorban la mayor parte del fertilizante aplicado para minimizar la lixiviación debajo de las raíces o que se conviertan en gases de efecto invernadero. También hay un ahorro financiero para el agricultor que necesita comprar menos fertilizante.

En este estudio, las técnicas nucleares se utilizaron para ayudar a definir buenas prácticas de gestión. Los materiales absorbentes de agua son una nueva opción en este tipo de agricultura, y su introducción requerirá capacitación en su aplicación y monitoreo de seguimiento con tecnología de rastreo de nitrógeno-15 para garantizar que el nitrógeno se utilice de manera eficiente.

Los agricultores andinos definitivamente se están beneficiando de la introducción de estas prácticas de manejo, desarrolladas por la División Conjunta y la Universidad Nacional Agraria de La Molina. Gracias a las mejores variedades de quinua y buenas prácticas de gestión del suelo y el agua, han visto un enorme aumento en el rendimiento, de 1.1 a 3.1 toneladas por hectárea y, al mismo tiempo, han reducido sus compras de fertilizantes en un 30 % y han visto un 40 % de ahorro de agua. Los agricultores de quinua ya aplicaron las nuevas prácticas de manejo en más de 14 000 hectáreas. De cara al futuro, la División Conjunta planea introducir estas tecnologías interrelacionadas y nuevas prácticas de gestión en México, que tiene problemas similares con su cultivo de quinua.